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Viernes, 27 de mayo de 2011   |  Número 9 Año I
editorial
De la urna a la realidad

Hoy más que nunca el análisis de la situación del panorama político tras las elecciones se hace de curso obligado por parte de analistas, cronistas, tertulianos y expertos. Desde el IDIS no vamos a caer en la tentación de hacer valoraciones de ningún tipo, la Sanidad en su contexto global, pública y privada debería de estar alejada de todo apriorismo de color político, aunque de hecho muchos son los que se empeñan en hacer de ella una bandera que diferencie y ayude a definir una opción política u otra.

Desde el IDIS se insiste de forma constante en la necesidad de despolitizar la Sanidad, sólo hay una Medicina y un único paciente tanto para el sector público como para el privado y lo más importante sin duda son los resultados en salud. Hay que cambiar el concepto que se le ha venido atribuyendo y trasladarlo a la opinión pública, puesto que la sanidad privada no puede ser considerada dual de la pública, como viene sucediendo, sino que ambas son sistemas complementarios y ambas deben co-existir perfectamente para garantizar la mejor oferta asistencial para los ciudadanos.

Es bueno recordar desde estas líneas que El IDIS inició sus pasos hace un año en un entorno extremadamente dinámico como es el de la sanidad privada y con su creación tratamos de marcar una nueva era y una apuesta de valor por un sector innovador, comprometido y vanguardista que hasta el momento, y sobre todo en los últimos años, ha ido creciendo en volumen y mejorando en calidad de una forma que se podría calificar, ante todo, de discreta y prudente; sin interferir con nadie.

El Instituto se ha marcado una misión irrenunciable, la de dar a conocer, promover y fomentar la representación institucional del sector sanitario privado español de forma acorde con su peso económico y social, poniendo en valor su realidad y su profesionalidad y evidenciando las importantes aportaciones que puede realizar al sistema sanitario nacional.

Proyecta una visión clara, la de consolidarse como reconocido interlocutor, valedor y dinamizador del sector sanitario privado con el objetivo de aportar a la sanidad española todos aquellos valores, conocimientos y experiencias que le permitan colaborar en la construcción de un sistema de salud sostenible, solvente, eficiente, eficaz y excelente para la ciudadanía.

Y se asienta en unos valores sólidos que presiden la actividad del IDIS en el desempeño de su papel institucional y que forman parte integrante de la cultura de compromiso de todos los que lo conforman para el desarrollo tanto de su misión como de sus objetivos. Estos valores son: Confianza, compromiso, responsabilidad y calidad y excelencia asistencial.

El principal objetivo del IDIS, en el que tienen cabida y están representados todos los subsectores del sector sanitario, es la integración del sistema privado dentro del sistema sanitario español para tratar de evitar ineficiencias y gastos innecesarios, para tratar de preservar al máximo la equidad, que es la piedra angular del sistema ya que la igualdad de acceso a la calidad y a los mejores resultados de salud es a lo que deben aspirar quienes gestionan de una forma u otra la salud de todos los españoles.

Desde este ángulo integrador, entre todos, hemos de procurar que el acceso universal con el problema concatenado de las listas de espera y la variabilidad clínica de resultados por proceso disminuya al máximo posible, rayando por qué no la utopía de que algún día llegue a ser o esté próxima al cero absoluto. Entonces sí que podremos presumir realmente de disponer del mejor sistema sanitario posible para nuestra sociedad y para conseguirlo la sanidad privada tiende su mano al sistema público a través del IDIS, esperando que aquello que nos une prime por encima de lo que todavía nos separa, que, por cierto, cada vez es menos.

Tanto el servicio de la Educación como de la Sanidad vienen consagrados en los artículos 27 y 43 respectivamente de la Carta Magna como algo a lo que todo español tiene derecho. Pero lo que dice la Constitución, y luego la Ley General de Sanidad que desarrolla ese artículo 43, es que la sanidad debe ser pública para el usuario. Pero no quiere decir que quien la gestione deba ser un organismo público. El servicio puede estar suministrado por una empresa privada.

Lo que deben hacer los poderes públicos, o a lo que están obligados, es garantizar al paciente su atención médica con los mejores resultados de salud posibles y que la sanidad sea lo más eficiente posible en términos generales.

La expansión demográfica y las condiciones físicas de las personas han cambiado. Vivimos más, hay cada vez más enfermedades que se cronifican, los tratamientos cada vez son más complejos, los medios diagnósticos más avanzados... Eso ha generado una situación nueva a los servicios públicos sanitarios.

Nuevas investigaciones y una tecnología cada vez más avanzada hacen que tratar a los pacientes sea cada vez más costoso. Y hoy por hoy la sanidad pública no es capaz de dar servicio de tan alto nivel a todo el mundo de manera gratuita. Los hospitales públicos que disponen de instalaciones sofisticadas y tratamientos muy costosos no son capaces de dar cobertura a la demanda creciente generada por la población.

La sanidad española tiene dos características: es universal y se rige por el principio de equidad en el acceso, en los tratamientos y en los métodos diagnósticos. La equidad en el acceso es algo que se cumple a duras penas. Así, por ejemplo, en función de donde vivas tienes una lista de espera diferente. Pero la equidad en los tratamientos y en los métodos diagnósticos hace tiempo que se ha perdido y ello es debido a que no es posible llevar la tecnología a cada lugar y rincón de nuestro tejido sanitario y, hoy por hoy, sí que existen diferencias significativas tanto en el pronóstico como en la evolución de los procesos, en función de donde y con quién te trates.

El sector sanitario está viviendo una crisis de solvencia sin precedentes, en estos tiempos es sabido por todos. Abundando un poco más, la crisis del sector obedece fundamentalmente a los motivos socio-sanitarios expuestos y a diferencia, por ejemplo, de la crisis económica, no tiene visos de acabar si no al contrario, profundizará más y más ya que las causas que la motivan no han hecho más que comenzar.

Por tanto, gobierne quien gobierne, o realizamos un esfuerzo por reajustar nuestro sistema sanitario o más tarde o más temprano asistiremos, sin duda, a la transformación forzada del modelo que venimos disfrutando todos los ciudadanos.

En nuestro país y casi 10 puntos de media por encima con respecto a países de nuestro entorno, la sanidad privada, financiada por el usuario de manera voluntaria, supone casi un 30% del gasto sanitario total. En concreto, y a modo de ejemplo, según los últimos datos disponibles, mientras en España la sanidad privada representa concretamente un 29 por ciento del peso del sistema sanitario, en Alemania, Italia, Francia ó el Reino Unido representa el 23, el 23, el 21 y el 18 por ciento respectivamente. Además, son sistemas sanitarios en los que la sanidad pública y privada están perfectamente integradas y no como en nuestro país, que es un pago suplementario extra que aportamos al sistema sanitario público.

Dentro de ese modelo integrado que proponemos, la sanidad privada ofrece un complemento de calidad a quien quiera un sistema complementario a la sanidad pública. Y es al usuario de la sanidad privada a quien hay que evitarle que tenga que recurrir doblemente a la sanidad pública y haga un consumo doble de recursos por falta de cobertura de determinados supuestos como el de la prescripción, generando de esta forma ineficiencias, fenómenos de reentrada en el sistema sanitario público y gastos suplementarios por duplicidad de consumo absolutamente innecesarios.

Es necesario facilitar mediante estímulos fiscales y sociales el que quien pueda permitirse ese copago voluntario lo haga, a fin de que descargue de gasto al sistema sanitario público y éste pueda así dedicarse a aquellos que no se lo pueden permitir y no confundamos ni generemos confusión social diferenciando claramente lo que es sanidad privada del concepto de privatización, que es un concepto peyorativo e interesado a todas luces y que nada tiene que ver con nuestro planteamiento, ya que la sanidad privada no pretende suplantar a la pública. Cada cual tiene su ámbito, razón de ser y han de complementarse.

En este contexto, los retos para el futuro del sistema pasan por: Buscar el equilibrio financiero mediante el impulso de un modelo integrado y complementario de sanidad privada con desgravaciones fiscales a los usuarios, impulsar los sistemas de libre elección como Muface, avanzar en los sistemas de información conjunta y reconocimiento mutuo de actuaciones que eviten duplicidades de consumo de recursos, garantizar contratos de duración suficiente y la búsqueda de los resultados de salud situando al paciente en el centro del sistema.

Por tanto, hemos de promover una mejor organización y gestión de todos los recursos para adaptarlos a las circunstancias que tenemos en nuestro país y hemos de procurar salvar al sistema sanitario entre todos con todos los recursos disponibles, utilizados de la forma más eficiente posible, garantizando su viabilidad, todo ello en beneficio del paciente que es el eje y el beneficiario del sistema a través de la búsqueda a ultranza de su solvencia y sostenibilidad.

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